lunes, 2 de abril de 2012

decibelios

Delirios de un puñado de pescados huecos
Ondas de hojas plateadas, azules, penetrantes
Nunca dejaron de soñar, nunca dejaron de volar
Despiadadas las garras del destino que tomó sin control
Eliminando de sus vidas la libertad de poder tomar un rumbo.

El corazón marchito, podrido de dolor se esfumó en una nube negra
Silencio reinaba en los ojos vacíos de los peces y de sus ansias de huir
Tontos bailaban al son de las olas y su ritmo fácil, hundiéndose en la fiera.
Algún día sus aletas se abrirán como alas de cisne y despegarán al cielo azul
Soberbio el plasmático azul, desde lo alto sonríe a los peces que lloran su distancia.

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