viernes, 15 de julio de 2011

Satanas

Soledad, una cristiana pura, sin pecado alguno, su vida fue perdiendo su sentido al paso del tiempo, las mañanas siempre hacía el mismo rezo, las mismas oraciones, en el monasterio apenas podía relacionarse con la gente del exterior porque eran pecadores...Su vida fue cayendo en un absoluto desconcierto.
Hasta que llegó el día de su cumpleaños, habían sido los 20 años mas aburridos de su breve historia y ella agotada de esa rutina, decidió dejar de lado lo que el cristianismo le había estado aportando todos estos años.
Mando el mundo a la porra, y a las doce y media de la noche se ahorcó, dejando su cuerpo colgando en lo alto del monasterio.
El silenció reinaba en la noche de invierno, el frío iba poniendo aquel cadáver pálido, cristalizado, y la ventana se abrió de repente, una corriente de aire frío apartó la vieja alfombra que había en el piso y el suelo de madera añejo quedó despejado.

Mientras tanto, en lo mas profundo de la tierra, las llamas impactaban, y el azufre gritaba en las paredes de la morada del mas grande y temido, del que nadie quiere escuchar mencionar.
Satán sentado en su trono contemplaba orgulloso su imperio de dolor, caos, destrucción y muerte.
Cuando un papel en llamas se plasmó delante de sus ojos.
-Mmmh, curioso...e interesante- La voz profunda dibujo con humo una silueta en el aire.

Levantándose de su trono se acercó a su carruaje infernal y partió hacía el mundo exterior dejando una nota que decía:

"Si no sabéis que hacer, limitaos a hacer sufrir, como no lo hagáis, os mataré en cuanto vuelva. Firmado: Satán"
La tierra endemoniada se fue quedando atrás...
Se divisaba en la oscura noche invernal un monasterio, oculto entre arboles y secretos, el carruaje se posó a unos metros de la entrada, Satán desapareció y tras una cortina de humos y fuego, apareció en la habitación de Soledad.

Cortó la soga que sujetaba su frágil y pálido cuello, el cuerpo cayó y antes de tocar el piso se encontraban en las garras del demonio.
-Levanta muchacha-Le susurró al oído, el cuerpo comenzó a tener unos pequeños espasmos y los ojos de la muchacha se abrieron.
Pasaron minutos desde que Satán agachado en el suelo miraba a la joven y ella le miraba a el, sin entender que estaba pasando.

Unas leves palabras dibujaron con aliento rompiendo el silencio.
-No... de...bí hacer eso...-Soledad murmuró sin dejar de mirar al diablo que sujetaba su cuerpo.
-Te daré otra oportunidad asquerosa cristiana, pero solo porque me gustas-Satán levantó el cuerpo con sus brazos y se la llevó al inframundo en su carruaje infernal.




1 comentario:

Ricardo dijo...

Una historia basada en un hecho real, verdad S. ? :)

Satán.